La docencia la llevo en mi corazón

En esta editorial de INCIDigital, quiero felicitar a todos los profesores, exaltando su importante labor de formar las generaciones futuras, construyendo conocimiento y transmitiendo valores que configuran nuestra ética.
La verdad es que para mí como profesor universitario, esta vocación de servir a la academia, me ha cambiado la vida, pues en estos 23 años de cátedra docente he podido formar muchas generaciones de abogados, que hoy son colegas y amigos míos.
Yo creo que la docencia la llevo en mi corazón, pues desde muy joven fui profesor de ajedrez, luego tuve la oportunidad de impartir clases de braille y posteriormente me vinculé a la cátedra en la facultad de derecho de diversas universidades.
Es más, ahora tengo mi programa “Las cosas al derecho” en la emisora del Instituto Nacional para Ciegos, donde me esmero por transmitir programas de interés para los ciegos, aclarando los contenidos que tengan complejidad jurídica, con el único propósito de democratizar el conocimiento.
Volviendo a la docencia, recuerdo los inicios de esta profesión, con algunos temores, con la necesidad de adoptar alguna metodología para impartir las clases con seguridad y la búsqueda de un propio estilo de ser profesor.
Por todo esto, hoy soy un profesor sereno, con la tranquilidad de manejar los temas propios de derecho constitucional, con la certeza de calificar con justicia y sabiduría y con la vocación del docente para construir el conocimiento de una manera atractiva con mis propias vivencias.
Con esta experiencia, en todos los nuevos cursos yo me adelanto y les digo desde el inicio que para intervenir no alcen la mano, pues el profesor es ciego, que prefiero que interrumpan dando su nombre y la pregunta o comentario respectivo.
Es decir que después de 23 años de docencia universitaria, ya tengo mi propio estilo llamado “el profesor es ciego”, pero eso no es lo más relevante, es la clase llena de ejemplos propios de mi vida como jurista, llena de las sentencias que yo mismo he promovido ante la Corte Constitucional y desde luego con las normas que he apoyado para nuestro querido país, como la ley estatutaria de discapacidad 1618 de 2013 y ahora último la ley del Braille 2265 de 2022 y desde luego la del Bastón 2266.
Por su puesto que los ejemplos del andamiaje administrativo y misional del Inci no se quedan por fuera de las vivencias que les transmito a mis estudiantes, pues en la casa de los ciegos, el director debe saber de derecho administrativo, del manejo de personal, del manejo transparente de los recursos del control interno y muchos otros desafíos que tiene la gerencia pública.
Agradezco a mis lectores, que han permitido debatir mis distintas obras, como los libros “Derechos humanos y discapacidad”; “Comunidades étnicas en Colombia: cultura y jurisprudencia”; “Educación inclusiva un derecho para todos”; “El derecho a la igualdad en nuestro Estado social” y mi última obra “Desarrollo normativo de la Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad en Colombia”.
También agradezco al diario La República, por divulgar mi columna por diez años en la sección Asuntos Legales, espacio que aprovecho para abordar temas sociales y distintos aspectos del entramado normativo colombiano.
Por último, les confieso que estoy muy contento como columnista de la Revista INCIDigital, pues me permite escribirle a la población con discapacidad visual de todo el país, llevándoles contenidos de interés para nosotros los ciegos, abriendo este canal de comunicación donde les puedo transmitir las nuevas apuestas del INCI.